Todos los ríos van a dar en la mar, como escribía Jorge Manrique, pero no todos lo hacen del mismo modo. Algunos pasan desapercibidos, pero otros arrastran tantos sedimentos que forman deltas, unas lenguas de tierra que se adentran en el agua y que suelen estar formadas por terrenos muy propicios para la agricultura y para la pesca. Por ello, al igual que la población se concentra en ellos para explotar los recursos, la naturaleza alcanza allí altas cotas de diversidad y de riqueza. Por desgracia, estar en esa zona también supone estar expuesto al embate de las olas y a los caprichos de las co...